martes, 14 de junio de 2011

Ao meu irmão Miguel/ Leila Yatim (Traducción)



Irmão, hoje estou no poial da casa.

Onde fazes uma falta sem fundos e

Me lembro que brincávamos esta hora, e que mamãe

Nos acariciava: “Mas, filhos...”

Agora eu me escondo,

Como antes, todas essas orações

Vespertinas, e espero que você não dê comigo.

Pela sala, no saguão, nos corredores.

Depois, você se oculta, e eu não dou com você.

Me lembro que nos fazíamos chorar,

Irmão, naquele jogo.

Miguel, você se escondeu

Uma noite de agosto, ao amanhecer;

Mas, ao invés de te ocultares rindo, estavas triste.

E teu gêmeo de coração dessas tardes

Extintas entediou-se de não te encontrar. E já cai sombra na alma.

Escute, irmão, não demores

Em sair. Está bem? Mamãe pode se inquietar.

domingo, 29 de mayo de 2011

Despedida relembrando um adeus/ Leila Yatim (trad.)



Ao cabo ao fim, por último,
Tomo, voltei e acabo-me e os gemo, dando-os
A chave, meu chapéu, essa nota para todos.
Ao cabo da chave está o metal em que aprendêramos
A desdourar o ouro, e está, ao fim
Do meu chapéu, este pobre cérebro mal penteado,
E, último vaso de fumaça, em seu papel dramático,
Jaz este sonho prático da alma.

Adeus irmãos são pedros,
Heráclitos, erasmos, espinosas!
Adeus, tristes bispos bolcheviques!
Adeus, governadores em desordem!
Adeus, vinho que está na água como vinho!
Adeus, álcool que está na chuva!

Adeus também, me digo a mim mesmo,
Adeus, vôo formal dos miligramas!
Também adeus, de modo idêntico,
Frio do frio e frio do calor!
Ao cabo, ao fim, por último, a lógica
Os lindeiros do fogo,
A despedida relembrando aquele adeus.

"Despedida recordando un adiós" – César Vallejo, 12 oct. 1937.

Leila Yatim, alumna de la UNILA (Universidade Federal da Integração Latino-americana)

martes, 17 de mayo de 2011

Vallejo sin fronteras en Asunción, Paraguay


La emblemática Estación del Ferrocarril, de Asunción, será sede de la Feria del Libro del Bicentenario, que abrirá sus puertas el próximo jueves 19 de mayo, bajo el lema “Leer nos hace libres” e irá hasta el 5 de junio. Ha confirmado su asistencia el poeta peruano Pedro Granados, quien presentará en Asunción su libro “Vallejo sin fronteras”, y se espera la presencia de poetas y narradores de Argentina y Chile.

De Paraguay participarán destacados escritores como Gladys Carmagnola, Guido Rodríguez Alcalá, Victorio Suárez, Augusto Casola, Renée Ferrer, Lourdes Espínola, Juan de Urraza, Irina Ráfols, Feliciano Acosta, Óscar Pineda, Lourdes Talavera, Emi Kasamatsu, Alejandro Hernández, Lita Pérez Cáceres, Delfina Acosta, Dirma Pardo, Miguel A. Fernández, Nelson Aguilera y Mónica Bustos, entre otros. Los mismos formaran parte de ponencias, lecturas de poesía y narrativa, mesas redondas y presentaciones de libros.

Bajo el lema “Leer nos hace libres”, la Cámara Paraguaya de Editores, Libreros y Asociados (CAPEL), homenajea al Bicentenario de la Independencia patria, conjuntamente con el Ministerio de Educación y Cultura, Secretaría Nacional de Cultura, Comisión Nacional Bicentenario, Banco Central del Paraguay y Municipalidad de Asunción.

VAGONES DE LIBROS

Édgar Ruiz Díaz, presidente de la Capel sostiene que “Su importancia en este año del Bicentenario se multiplica de manera notoria, principalmente por la implicancia del libro como herramienta de registro histórico-cultural que dejará plasmada en la historia de nuestro país el impacto de este año memorable. La elección de la antigua estación del ferrocarril, una de las primeras del continente, como sede de la Feria del Libro del Bicentenario se fundamenta, en la riqueza del significado emblemático de esta reliquia histórica del pueblo paraguayo. Es como si quisiésemos cargar esos vagones, que ya vienen colmados de la historia de nuestro pueblo, con el nuevo producto cultural del Paraguay contemporáneo para después dejarlos partir con destino a las generaciones del tricentenario, robusteciendo de ese modo la historia de la heroica nación paraguaya”.

martes, 5 de abril de 2011

Entrevista a Pedro Granados/ RED LITERARIA PERUANA

Conversamos con Pedro Granados (Boston University, Ph.D.; profesor de español en la Universidade Federal da Integração Latino-Americana) durante nuestra estadía en agosto de 2010, en Arequipa, por motivo de la Feria Internacional del Libro de Arequipa. Pedro presentó su último libro Vallejo sin fronteras (2010), editado por Arcadia Editorial y Espacio Cultura Editores.

lunes, 14 de marzo de 2011

Apuntes sobre la actualidad “teórica” de la poesía de César Vallejo



El oxímoron vallejiano, a diferencia de la dialéctica de Hegel [“ordena lo real al pensamiento como forma del saber organizado” (Goodzich 33)], respeta la “diferencia” o alteridad de las cosas. En Trilce, Vallejo no es dialéctico; es, más bien, rizomático y místico.

De aquí la actualidad “teórica” de Vallejo, que se acerca más al estudio de las antinomias que la dialéctica: “en la dialéctica los términos en oposición se distribuyen a lo largo de un eje siempre jerárquicamente orientado, de modo que el resultado de la oposición se decide tan pronto como ésta es identificada, mientras que en una antinomia no existe semejante eje y el esfuerzo del pensamiento se dirige a la determinación de las posibles relaciones entre los términos de la antinomia” (Goodzich 33)

En ilustrarnos, pues, su particular “esfuerzo del pensamiento” sobre las antinomias estriba la poesía del peruano. Pensamiento que involucra por cierto, y acaso en primer lugar, preguntarse por la sociedad profundamente dividida y multicultural de la época y del país --luego el mundo-- en el que le tocó vivir. Deteniéndose en cada fragmento de éste, aquilatándolo en su pasado y en su presente; y también en su misterio, aunque no como parte de la encandilada incógnita del modernismo hispanoamericano, sino como potencia o utopía: callejones de más vida, salidas eficaces para burlar la fatalidad y la muerte. Pero, ojo, no es posible considerar a Vallejo en la órbita del multiculturalismo contemporáneo ya que éste, en los términos que vamos enhebrando, es dialéctico y se halla monitoreado de modo unilateral. Es decir, el diálogo inclusivo o de mutua tolerancia que promueve supuestamente el poder se halla, como sostiene lúcidamente Gianni Vattimo, viciado o contaminado de sospecha. Y tampoco podríamos entender el radical rechazo de Vallejo a la homogeneización, si no concebimos allí un lugar de opción o libertad --¿sexual, de género?-- también para la mística de las personas y, por qué no, también de las cosas u objetos en apariencia más insignificantes e inertes. ¿Mística de los objetos?

Al interpolar estas coordenadas vallejianas a nivel de los urgentes acuerdos sociales de orden político, entendemos claramente su pertinencia y virtualidad productiva. No homogeneizar; pero tampoco --con igual énfasis-- heterogeneizar de modo unilateral, fundamentalista y autoritario. ¿Heterogeneidad cultural y homogeneidad teórica?, se planteaba ya, de manera sugestiva, Ottmar Ette. Al recorrer hace poco de sur a norte el interior del Perú, nos planteamos una pregunta acaso incluso más elemental: heterogeneidad u homogeneización: ¿desde la pobreza extrema?, ¿desde el cerro insólitamente torneado o el indiferente desierto?, ¿desde el mall ascéptico o nuestros inalienables olores? ¿desde una historia donde la mira va puesta en la inevitable tristeza o en la fugaz alegría?

miércoles, 16 de febrero de 2011

Retrato de César Vallejo/ Antenor Orrego


Paréceme verlo todavía, a una distancia de más de treinta años [1955]. Figura magra, escurrida en demasía, flexible, ligeramente dislocada al caminar, de mediana estatura. Frente vasta, alta, sin ninguna arruga, con suavísima prominencia en la parte superior. Caía sobre ella, con gracia viril, desordenada en ocasiones, una bruna, copiosa y larga cabellera. Vigoroso el entrecejo, mas sin dureza ni acrimonia. Empero, lo característico de su semblante eran los ojos buídos y oscuros, sumergidos a pique en dos cuencas profundas, abismales casi. Parecían taladrar, estuporados de misterio, el enigma de la vida, desde la honda sima de su alma. Y, luego, los pómulos salientes y el audaz mentón beethoveano que avanzaba, como una quilla cuadrada y resuelta, que acometiera, por anticipado, el duro destino que le aguardaba. El rostro, en conjunto, de rasgos originalísimos, daba la impresión tan honda, difícil.

Memoria, mezcla de bondad y energía, a la vez. No tenía puras facciones de indio, ni tampoco de blanco. Menos aun esa hibridación fisonómica del mestizo tan frecuente en nuestro pueblo. Repito que era una efigie muy original, de vigorosa, armoniosa y enérgica unidad de expresión. El pergeño, en conjunto, traía al recuerdo la imagen de Abraham Lincoln moreno. Tenía, más bien, por sus facciones, por sus gestos y por su color amarcigado, el aire de un hindú. Hablaba poco y poseía una noble seriedad en la actitud. Jamás le vi colérico, aunque se le adivinaba transido por angustiosas inquietudes internas. Era incapaz de herir a nadie. Magnánimo y tolerante siempre. Cuando se producía una situación tensa o violenta entre amigos, le afloraba el humor a los labios. Una graciosa y amable agudeza deshacía la tempestad inminente, como por ensalmo.

Ambos supimos, desde el primer instante, que íbamos a ser amigos de toda la vida. Lo supimos por esa intuición juvenil que nos alumbra, a veces, desde el futuro, panoramas enteros de nuestra propia existencia (90-91).

Era un niño que en ciertos momentos sufría las agonías de un hombre (114).




“Mi encuentro con César Vallejo”. En: Eugenio Chang Rodríguez, Antenor Orrego. Modernidad y culturas americanas (Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2006) 83-134.